por Carlos A. Roble
Los resultados de las elecciones presidenciales del domingo último dejaron a Daniel Scioli a más de dos puntos sobre Mauricio Macri y por primera vez en el país asistiremos a un balotage.
Lo haremos, también por primera vez, en un contexto de normalidad institucional y socioeconómica.
Estos dos hechos hablan por sí mismos de dos cuestiones centrales: la solidez de las políticas de la gestión saliente de la década inaugurada por Néstor Kirchner y profundizada por Cristina Fernández de Kirchner. Y de la madurez cívica de la sociedad argentina que ha desmentido rotundamente el relato del grupo Clarín y los poderes económicos que representa, que la sociedad es manipulable y susceptible de ser arrastrada o “arreada”, como suelen denunciar.
Los que estamos en el espacio del Movimiento Nacional Justicialista estamos dolidos por algunos resultados, sobre todo en provincia de Buenos Aires. Por supuesto también porque nuestro candidato Scioli no ganó en primera vuelta.
Pero como nos ha mostrado el fundador de nuestro movimiento, Juan Domingo Perón, en su tercera presidencia, Argentina necesita profundizar los consensos, los acuerdos públicos y de cara a la sociedad, siempre con el objetivo que nos supera a todos y que es la felicidad del pueblo.
Sostenía también Perón que gobernar no es mandar sino convencer. Nosotros estamos en el gobierno nacional y en la provincia. Debemos ser realistas con el resultado. El domingo pasado la gente se expresó y eso es sagrado.
Aunque no nos haya gustado el resultado debemos ser humildes, tal como nacimos como movimiento nacional y popular, no quitar el oído y el corazón del pueblo y redoblar el esfuerzo por dejar en claro que en segunda vuelta no solamente se trata de Scioli o Macri.
El balotage trasciende nombres porque se elegirán dos modelos diametralmente opuestos. El de Scioli que garantiza la defensa de los derechos ganados en la última década y el avance con justicia social pero sobre todo, con equidad. Macri es el camino de un gobierno con políticas que beneficiarán a los sectores poderosos y dejará de lado a la gente.
No debemos caer tampoco en la diatriba o la descalificación de quien piensa distinto. Debemos convencerlo. Es decir, hay que redoblar la tarea. Hacer más militancia. El justicialismo no es un partido para burgueses, sino fundamentalmente revolucionario.
Así nacimos y de esa manera avanzamos revolucionando las estructuras de poder fácticos para beneficio del pueblo, bajo las banderas de la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. Hay que tener en cuenta que Scioli no ha perdido. Solamente no ha alcanzado los votos suficientes que marca la ley electoral para ser ungido Presidente de la Nación.
Como lo ha dicho Scioli hay que mantener la convocatoria a todos para que se sumen a este proceso de transformación profunda del país que reconstruyó el país de las cenizas de los saqueos y de un presidente que se huyó de la Casa Rosada en helicóptero.
La acción de persuadir, inspirar con nuestro ejemplo revolucionario es lo que debemos realizar. Los que tenemos más experiencia en la militancia debemos ser guías de aquellos que comienzan. El odio no construye, solo desde el amor. Y ese amor hacia el pueblo es lo que nos moviliza y nos convence que el próximo presidente será peronista, será Daniel Scioli.
Lo haremos, también por primera vez, en un contexto de normalidad institucional y socioeconómica.
Estos dos hechos hablan por sí mismos de dos cuestiones centrales: la solidez de las políticas de la gestión saliente de la década inaugurada por Néstor Kirchner y profundizada por Cristina Fernández de Kirchner. Y de la madurez cívica de la sociedad argentina que ha desmentido rotundamente el relato del grupo Clarín y los poderes económicos que representa, que la sociedad es manipulable y susceptible de ser arrastrada o “arreada”, como suelen denunciar.
Los que estamos en el espacio del Movimiento Nacional Justicialista estamos dolidos por algunos resultados, sobre todo en provincia de Buenos Aires. Por supuesto también porque nuestro candidato Scioli no ganó en primera vuelta.
Pero como nos ha mostrado el fundador de nuestro movimiento, Juan Domingo Perón, en su tercera presidencia, Argentina necesita profundizar los consensos, los acuerdos públicos y de cara a la sociedad, siempre con el objetivo que nos supera a todos y que es la felicidad del pueblo.
Sostenía también Perón que gobernar no es mandar sino convencer. Nosotros estamos en el gobierno nacional y en la provincia. Debemos ser realistas con el resultado. El domingo pasado la gente se expresó y eso es sagrado.
Aunque no nos haya gustado el resultado debemos ser humildes, tal como nacimos como movimiento nacional y popular, no quitar el oído y el corazón del pueblo y redoblar el esfuerzo por dejar en claro que en segunda vuelta no solamente se trata de Scioli o Macri.
El balotage trasciende nombres porque se elegirán dos modelos diametralmente opuestos. El de Scioli que garantiza la defensa de los derechos ganados en la última década y el avance con justicia social pero sobre todo, con equidad. Macri es el camino de un gobierno con políticas que beneficiarán a los sectores poderosos y dejará de lado a la gente.
No debemos caer tampoco en la diatriba o la descalificación de quien piensa distinto. Debemos convencerlo. Es decir, hay que redoblar la tarea. Hacer más militancia. El justicialismo no es un partido para burgueses, sino fundamentalmente revolucionario.
Así nacimos y de esa manera avanzamos revolucionando las estructuras de poder fácticos para beneficio del pueblo, bajo las banderas de la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. Hay que tener en cuenta que Scioli no ha perdido. Solamente no ha alcanzado los votos suficientes que marca la ley electoral para ser ungido Presidente de la Nación.
Como lo ha dicho Scioli hay que mantener la convocatoria a todos para que se sumen a este proceso de transformación profunda del país que reconstruyó el país de las cenizas de los saqueos y de un presidente que se huyó de la Casa Rosada en helicóptero.
La acción de persuadir, inspirar con nuestro ejemplo revolucionario es lo que debemos realizar. Los que tenemos más experiencia en la militancia debemos ser guías de aquellos que comienzan. El odio no construye, solo desde el amor. Y ese amor hacia el pueblo es lo que nos moviliza y nos convence que el próximo presidente será peronista, será Daniel Scioli.
No hay comentarios:
Publicar un comentario