Siempre decimos y repetimos que la política es la mejor herramienta para el
cambio social, para mejorar lo que creemos que está mal en la sociedad. Pero
esa sería una definición muy acotada de lo que es la política. También es la
que proporciona mecanismos para la resolución de conflictos de manera pacífica,
la que busca el bienestar social mediante la gestión de asuntos públicos, la
que protege los derechos de los ciudadanos, la que mediante políticas sociales
busca reducir inequidades, y un montón de beneficios más.
La política debe ser humana porque está ligada directamente al ser humano y
su necesidad de vivir en una Comunidad Organizada para alcanzar el bien común,
para tener una vida digna.
Pero, lamentablemente, lo que hoy vemos es que cada día la política se está
alejando un poquito más de la gente, se está deshumanizando, y eso es muy
peligroso, porque cuánto más fría se vuelve la política todo empieza a
tambalear.
Hoy ponés un canal y ves denuncia tras denuncia contra alguien de un color
político; ponés otro canal y ves denuncia tras denuncia contra otro color político.
Todo es un circo, todo es un show.
Hay muchos que disfrutan tomar decisiones desde el enojo, desde la
soberbia, desde la crueldad. Hoy esa crueldad grita “libertad”, nosotros
gritamos y buscamos “igualdad”, “equidad”. Pero el pueblo está esperando la “fraternidad”
entre todos, quizás eso sea el acto más revolucionario hoy en día en un mundo
tan egoísta.
Volver a humanizar la política es pararse de ese lado, del lado del pueblo,
porque se está gobernando realidades humanas; es pensar en el plato de comida de
las familias, es pensar en el futuro de los jóvenes, en los jubilados; es
entender que la Patria es el Otro, que la Patria no es un negocio de unos
pocos; es entender que el Estado es el mejor aliado que tiene el pueblo.
Humanizar la política es militancia, la militancia del encuentro, de la
mano tendida, del abrazo, de la empatía, de la construcción colectiva. Es
también levantar más alto la bandera de la Justicia Social. Esa es la política
que aprendimos, la política en la que creemos, una política simple, clara,
popular, profundamente humanista, profundamente cristiana; una que construye en
lugar de destruir, una que cuida, no que ajusta.
Humanizar la política no es debilidad, es justamente lo más fuerte y
patriótico que podemos hacer, porque buscando el bien de los demás, vamos a
encontrar el nuestro.

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