Homenaje a ese intelectual de aporte trascendente a nuestra Identidad Nacional
- “Hay que profundizar el modelo” es una frase recurrente que adquiere dimensión estratégica, aunque entendida de diferentes formas, dependiendo las mismas de los grupos o sectores, de interés político, económico o social que lo expresen. No siempre “profundizar” guarda un mismo significado ya que desde diferentes ámbitos se proponen parámetros diversos, modelos de construcción que muchas veces forman parte de anhelos incumplidos, otras de vocaciones militantes transformadoras, algunas de mantenimiento de situaciones congeladas no siendo menores aquellas propuestas gatopardistas de “cambiar todo para que no cambie nada”.
- Habiendo recuperado al Estado como ordenador social y a la política como herramienta de construcción social y productiva, en los últimos años de gestión, es claro que ahora se inicia un proceso arduo de reconstrucción del tejido socioeconómico del país, desvastado por años de neoliberalismo. Décadas que dejaron sus huellas profundas en el conjunto de la sociedad, sin distinción de clases sociales ni estamentos dirigenciales, que afianzaron el rol del individualismo por sobre lo colectivo, lo inmediato privilegiado siendo lo estratégico postergado, el pragmatismo superando las utopías y el posibilismo derrotando los ideales y las ilusiones. Ese esquema cultural afianzado como cultura dominante genera diversas interpretaciones al día de hoy sobre la mentada “profundización del modelo”.
- Así surgen voces desde ámbitos supuestamente progresistas que emparentan los procesos políticos a una visión pulcra y acartonada de la militancia, en donde se afianza la concepción, que una vez obtenido el poder que ha acumulado esta gestión, lo mejor es no arriesgarlo ni comprometerlo en batallas que puedan deteriorar su presencia política. Otros desconociendo los vericuetos del poder realizan planteos de profundización maximalistas, como si hubiese un solo equipo en la cancha al disputar el partido y desde el gobierno se sabe que eso es imposible. Medir los tiempos, generar los espacios, acumular masa crítica y tener la decisión correcta en el momento exacto no son cuestiones voluntaristas ni espontáneas, sino producto de meditaciones profundas, equilibrios, a veces no deseados, y construcciones silenciosas y cotidianas, donde la sorpresa juega un rol importante en la definición. El eje de ese procedimiento es no perder los objetivos del Movimiento Nacional que es su compromiso con el pueblo, en especial los sectores mas humildes y desprotegidos de la sociedad, esos compatriotas, arrojados a la banquina de la historia por la lógica neoliberal.
- No caben dudas que todas las discusiones estratégicas sobre los modelos de construcción serán en el ámbito del Movimiento Nacional y Popular, ya que fuera de este esquema de poder actual que aglutina sectores de historia diferente en objetivos comunes, la pugna se dirime en términos ideológicos con aquellos que quieren diferenciarse por andarivel izquierdo, haciendo incapié en cuestiones que pueden ser justas hipotecas sociales a saldar, pero que terminan aliados al sistema de intereses de los poderes concentrados por años de neoliberalismo, que junto a los sectores eternamente antinacionales, expresan hoy su ataque político saliendo en defensa desde los fondos buitres, que operan contra el país, hasta las relaciones carnales con el imperio de turno hoy EEUU, ayer Inglaterra y mañana quien sea, en una colonización mental que da las espaldas a la identidad y soberanía nacional.
- La historia con mayúsculas la escriben los pueblos, la agenda diaria la intentan instalar los medios, por lo cual el derrotero que seguirá el camino de la reconstrucción nacional es un colectivo nacional y popular, un proceso de concientización del conjunto del pueblo argentino que rechazó la política neoliberal en las jornadas del 2001 derrotando en lo circunstancial ese camino, pero que en los tiempos aún no pudo consolidar en lo estratégico, la derrota de todos los elementos estructurales funcionales a esa política, por lo cual el camino que estamos transitando tiene por un lado el contenido de la lucha contra esos estamentos vigentes de la política anterior y por el otro el desafío abierto de los caminos de construcción futura, en un doble esfuerzo a coronar, mas allá de ansiedades revolucionarias o conservadurismos pusilánimes. “La única verdad es la realidad” era el apotegma del viejo y sabio General y los movimientos nacionales tienen los tiempos de sus pueblos.
- El Modelo Argentino para un Proyecto Nacional es un marco adecuado para una discusión profunda que aleje los parámetros habituales de la lucha electoralista por los espacios de poder, instalando la idea del debate político-ideológico-doctrinario que en lo estratégico termine de modelar los ejes de consolidación de la Nación, para lo cual el rescate de lo histórico iniciado en el Bicentenario, ayuda y nos proyecta como pueblo en búsqueda de un destino común, siempre desteñido por la foto instantánea, pero que constituye una película digna de las mejores épicas que ha sido negada en algunos casos y congelada en otros, para evitar una irrupción en tiempos actuales, de nuevas generaciones con vocación transformadora y liberadora, que consoliden la identidad nacional.
- De ahí la negación y la discriminación activa sobre todo lo argentino, generada por la cultura neoliberal que durante décadas denigró al hombre argentino, en una autoflagelación que logró penetrar el cuerpo social de nuestro país por años. La superación en el tiempo de esta situación, es la generación de un nuevo paradigma cultural, que se va escribiendo de a poco, en lo cotidiano del pueblo argentino, protagonizado por una nueva conciencia, que apunta a generar esa búsqueda del Modelo, desde una “profundización” que si bien no es entendida por todos de la misma manera, será una síntesis de los anhelos del conjunto del pueblo, que fue como se construyó nuestra historia, contradictoria, aluvional, cataclísmica como todas las historias escritas por los Movimientos Nacionales, alejados de la pulcritud colonial de los pueblos sometidos por los miedos.
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