Pandemias hubo muchas en la historia, comenzando por la peste negra en la Edad Media y pasando por las enfermedades que vinieron de Europa y arrasaron con la población autóctona en América en tiempos de la conquista. Sin embargo a veces pareciera que no sabemos de qué se trata, y que no creemos que fuera tan fuerte.
En medio de la incertidumbre que genera el Covid19 respecto del futuro hay muchas dudas y una gran certeza: nadie tiene en claro cómo será el “nuevo mundo”, pero sí que será distinto. Resulta difícil pensar que el mundo anterior a la gran pandemia fuera un mundo "sólido", en términos de sistema económico y social. El coronavirus nos arroja al gran ruedo en el cual importan sobre todo los grandes debates de la sociedad: cómo pensar la sociedad de aquí en más, cómo salir de la crisis, qué Estado necesitamos para ello; en fin, por si fuera poco, se trata de pensar el futuro.
Este virus puso de manifiesto el alcance de las desigualdades sociales, la enorme tendencia a la concentración de la riqueza que existe en el planeta, y de qué madera estamos hechos cada uno de nosotros.
Como ya lo habíamos dicho en escritos anteriores, es tiempo de utilizar nuevas herramientas, ver todo desde otro ángulo, tiempo de nuevos cuadros políticos formados no solo en lo técnico sino también en la militancia, de entender, comprender y transmitir el porqué de nuestras políticas públicas, militantes con sensibilidad social asumiendo funciones de gobierno, militantes eficientes, sensibles, incluyentes, pero sobre todo creativos, con imaginación política, siempre pensando en el Bien Común y no solo en los intereses de un solo sector.
Es tiempo de asumir también, las causas ambientales y colocarlas en la agenda política de todos los países. Ya Perón nos decía en su "Mensaje a los Pueblos del Mundo" en 1972: "creemos que ha llegado la hora que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medioambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales..." . Hay que escuchar a los jóvenes que vienen ya hace un tiempo hablando de un mundo más ecológico.
Hoy quizás el papel de los líderes pase por transmitir, influir, inspirar, contagiar, motivar, ayudar, ilusionar, sacar lo mejor que llevamos cada uno de nosotros. La Madre Teresa de Calcuta siempre decía "que nadie se acerque jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y feliz"
Pero no todo pasa sólo de arriba hacia abajo, también hay que empezar a construir en forma inversa, de abajo hacia arriba. Todos colaborar en esta construcción de la nueva normalidad, Martin Luther King tenía una frase "No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos".
Entender que la educación no pasa solo por la escuela, ahí aprendemos contenidos y razonamientos, entre otras cosas, pero la educación que necesitamos como sociedad hoy es la que viene desde nuestra casa, que es donde nos educan en valores que llevaremos toda la vida, volver al "por favor", al "gracias", aprender a ser fantásticos no mejor que otro, aprender que lo que importa no siempre es el resultado, sino el esfuerzo. Tratar a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros, sonreír, ser honesto, ser agradecido/a, ser tolerante, no prejuzgar, saber escuchar, saber comprender, ponerse en el lugar del otro, en definitiva tratar de ser cada vez mejor persona, con amabilidad, amorosidad, cordialidad. Saber que una sociedad no es rica por el petróleo, o gas, etc. etc., que tenga debajo del suelo, una sociedad es rica por la calidad de persona de quienes la habitan.
Como nos dice Gildo Insfrán, no debemos perder nunca la Fe y la Esperanza, no perder nunca el ánimo, porque la vida es un estado de ánimo, y debemos también intentar ayudar a los demás a que no pierdan el ánimo, esa es la diferencia entre tu mejor versión y tu peor versión.
Buscar la felicidad del Pueblo que nos enseñaba el General, para eso hay que desarrollar la bondad, ser buenas personas; no perder nunca la alegría, desarrollarla, gestionarla; y siempre hacer extraordinario lo ordinario; con estas simples cosas seguramente vamos a ser un mundo cada vez mas feliz. Todo lo que hagamos siempre debe ser para servir a la sociedad.
El camino es fácil, todos lo conocemos, lo que no significa que sea simple, que no sea complejo. Los dramas siempre van a aparecer, pero todos juntos, organizados y solidarios estoy convencido que vamos a construir un mundo mejor.
Luis A. Sebriano (h) - Grupo JUAN PUEBLO
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