por Juancho Diaz Roig
Hace 47 años, cuando empecé a militar, los formoseños teníamos muchas
fantasías:
Soñábamos que algún día se asfalten las rutas nacionales 81, 86 y 95, y las
rutas provinciales 1, 2, 3, 9, 28, 24, 26, 20.
Soñábamos que tuviéramos energía eléctrica en toda la provincia.
Soñábamos que en cada pueblo hubiera una escuela, y un centro de salud, y calles pavimentadas y enripiadas.
Soñábamos con canales y represas que paliaran las sequías e inundaciones
anuales, con que Dios puso a prueba el temple de los formoseños, y que forma
parte de nuestra realidad cotidiana.
Soñábamos con la educación bilingüe para las tres etnias de nuestro territorio.
Soñábamos con que las comunidades aborígenes se les reconozcan 300.000 has.
de nuestro territorio.
Soñábamos que las 10 mil familias campesinas tuvieran el reconocimiento de
sus títulos de propiedad.
Soñábamos con la Universidad
Nacional de Formosa.
Soñábamos con pasar de un millón de cabezas de ganado, a más de dos
millones.
Soñábamos con diversificar la producción agrícola y defender nuestros bosques
nativos.
Soñábamos con la paz Social, la democracia, un proyecto común que abarcara al
70 u 80 % de nuestro pueblo.
Por eso somos conscientes de cuántos sueños se han cumplido, y cuanto aún nos
faltan por cumplir para transformar nuestra Provincia en una Provincia
productiva.
Seguimos soñando con que cada formoseño pueda realizarse en el terruño que lo
vio nacer, y que si se extrañara de él, lo fuera por su voluntad, y no obligado
por la falta de trabajo o de servicios.
Aquellos que fundieron el país, que nos dejaron con una deuda externa del 160% del P:B.I:, con el
50% de pobreza, el 35% de indigencia, el 30% de desocupación, que no completaron
dos mandatos presidenciales, que cuando gobernaron cuatro años la ciudad de
Formosa hicieron cuatro cuadras de asfalto, tres castillitos y un cartel de un
balneario que nunca construyeron, hoy nos dicen que tenemos un síndrome de
nombre raro, que tiene que ver
con el largo tiempo en el poder.
Más allá de reconocer que nuestra gestión como toda obra humana, comete
errores que deben corregirse y superarse, es bueno significarles que ese lapso,
se debe al voto mayoritario del pueblo formoseño. Sin ningún partido proscripto
y en democracia.
Humildemente, creo que es peor el síndrome de quienes quieren negar todos
estos logros, y sumarse a mejorarlos, solo porque nunca fueron favorecidos por
el voto provincial.
Dirían los chicos; “pichadito no vale”.
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