Ha pasado ya más de un año y tres meses de Presidencia de Javier Milei, y hemos normalizado que no sólo él, sino también sus funcionarios de 2da, 3era, 4ta y 5ta línea practiquen una gran diferencia entre lo que dicen y lo que hacen.
Nos hemos acostumbrado a que declaren por un lado que lo más importante para ellos es defender al País, mientras que promueven negociados y entreguen soberanía traicionando los intereses nacionales; o escucharlos y leerlos manifestar que buscan mejorar la calidad de vida de los trabajadores, pero llevan adelante y apoyan políticas que perjudican y deterioran a esos trabajadores. Y así podría seguir enumerando muchas incoherencias más, y hay que agregarle también mucho de vanidad, crueldad, agresividad, violencia, inestabilidad emocional, envuelto todo en una supina ignorancia.
Por supuesto que a lo largo de nuestra historia hubieron otros Presidentes que también demostraban cierto grado de ignorancia en muchos temas, pero éstos al menos trataban o intentaban disimularlo. Javier Milei lo exhibe púbicamente, demostrando sus prejuicios, sus contradicciones, sus incoherencias casi con orgullo.
No pocas veces, en nuestra historia, la ignorancia ha sido partera de cambios, que sin el apoyo de muchos no se hubieran producido.
De su ignorancia podríamos decir que es multicausal, ya lo que se conoce de su historia personal y social nos muestra mucha soledad y resentimiento, también por los que él llama sus gurúes intelectuales, como Agustín Laje o su hermana Karina. Detesta a los pobres, a las mujeres que defienden sus derechos, a las personas que asumen una identidad de género distinta a lo que él considera lo que debe ser, asfixia a los jubilados, y ataca a todo aquel que ose criticarlo y pensar distinto a él. Defiende una moral retrógrada y represiva. Cree estar parado en un lugar de verdad absoluta y no ideológica. Tiene mucho de ignorancia y de mala intención, y también mucho de fanatismo.
Como sociedad hemos hecho valiosos aprendizajes colectivos y constantemente nos quiere llevar al pasado, retroceder sobre lo aprendido, mientras que insisten en autocalificarse como los "campeones mundiales de la libertad", más bien como dice Gildo Insfrán "la libertad del zorro en el gallinero".
Explicar hoy a un extranjero las reacciones y excentricidades de Milei, con sus perros, con sus "parejas", con los medios, etc. etc., es tan difícil que da mucha vergüenza ajena. A veces me lleva a preguntarme si finalmente todo esto es un show, y si no somos nosotros los ignorantes porque esperamos cierta coherencia entre sus palabras y las cosas como decía Foucault.
Hay una palabra, una definición, un concepto que aplica a todo esto: Agnotología. Que es la creación deliberada de ignorancia, producción intencionada de datos falsos para generar duda y confusión sobre algún tema en particular, lo que lleva a anular el pensamiento crítico de la gente, y eso sus medios y periodistas lo hacen constantemente sobre todos los temas.
Va a quedar en la historia como un accidente, algo que no debió haber sucedido, o quizás sí para que nos demos cuenta de qué errores no debemos volver a cometer. Debemos aprender de todo esto, debemos pensar y reflexionar mucho. Ya pasó la hora de la autocrítica sobre qué hicimos mal, o qué nos pasó como sociedad para caer en esto tan bajo. Llegó el momento de arremangarnos y ponernos en acción, empezar a unirnos y organizarnos porque al país lo vamos a tener que sacar entre todos, y es mucho lo que lo están rompiendo.
¡Empecemos!

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