miércoles, 28 de noviembre de 2012

El “cepo” del Gran Relator a libertad de opinión





por Formosa 360

“El Estado soy yo” afirmaba Luis XIV de Francia, más conocido como “El Rey Sol”“Luis el Grande”-quien reinó entre los siglos XV y XVI- para que los demás entiendan que no había más poder ni otra soberanía que la suya, proclamando su omnipotencia y la nada de los súbditos.
Y como diría Marx la historia se repite primero como tragedia y después como comedia, estamos inmersos desde 2003 en una etapa de profundas transformaciones de las estructuras económicas, sociales y comunicacionales del país donde los “poderes permanentes” se resisten perder privilegios.
Es una historia recurrente en Argentina. Cada vez que algún gobierno intentó un modelo diferente vinieron los golpes, ya sea militares o últimamente más sofisticados: económicos.
Las políticas económicas conservadoras durante la última dictadura militar con Martínez de Hoz a la cabeza y neoliberales en los ’90 del menemismo con la imagen saliente de Domingo Cavallo originaron, con toda la intención, una fuerte transferencia de ingresos desde los sectores bajos y medios hacia los más altos.
Esto produjo una concentración de la riqueza en menos de un 10 por ciento de la población. Esa neoaristocracia argentina es la que mueve los hilos de las empresas concentradas en holdings y de los multimedios de comunicación que representan la herramienta de defensa y ataque en pro de los privilegios que han mantenido gracias a la política de la coerción.
Se autoproclamaron como el “verdadero Estado”. La casta privilegiada destinada a reinar por los siglos de los siglos en el país. Con una democracia solamente formal y sometida a sus designios. Eran ellos quienes ponían o sacaban gobiernos. “El Estado soy yo….”
Pero el cambio del paradigma a partir de 2003 con Néstor y Cristina Kirchner no sólo los ha dejado al descubierto sino que avanza en políticas redistributivas para invertir aquel proceso de acumulación y concentración.
“El Relato”
A estas políticas los multimedios liderados por el diario Clarín las calificaron como“relato” o “Gran Relato” en una acción dirigida a la alienación –proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición- de la sociedad para que entendiera como falso aquella realidad tangible.
Es decir, que las políticas de Estado dirigidas a la inclusión social eran solamente una narración, una novela, un cuento…
Clarín y Perfil ni siquiera palidecen cuando jerarquizan en grandes titulares que Ernesto Laclau es quien fija las políticas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el impulsar del “relato”. Acusan al Ejecutivo de maquiavélicas operaciones para “crear enemigos”.
Nada más alejado de la realidad. Por más ríos de tinta u horas de televisión que utilicen los multimedios la realidad seguirá siendo la única verdad. Porque es tangible. No está solamente en el mundo de las ideas de Platón.
En realidad, estos multimedios son los verdaderos creadores del “relato”, de la fábula, la novela…
Lo que intentan es generar un golpe de mano, azuzando a la sociedad, para que rechace y no se identifique con un gobierno nacional y popular. Toda una maquinación para instalar en el imaginario social que quien viene generando las condiciones para el crecimiento con equidad es en realidad el enemigo.
Como diría el semiólogo Eliseo Verón –que por otro lado es uno de sus aliados- estos multimedios en su carácter de “actores políticos” dejaron de informar para construir un discurso político que, como se sabe, necesita de la “construcción” de un enemigo.
Una muestra palpable es cómo reflejaron la protesta del “8N”. Dijeron que fue espontánea, convocada solamente a través de redes sociales.
Es una absoluta mentira. Las redes sociales tienen un alcance limitado. No son tan convocantes ni tan fuertes como nos quieren hacer creer en mostrando casos de Egipto.
La gente se moviliza con redes o sin redes sociales cuando se siente molesta. Pero también lo hace cuando la realidad que se les ofrece les “muestra” una construcción irreal que apela al temor. Nosotros o el abismo. Una vieja estrategia política.
En el “8N” no había un reclamo homogéneo. Por el contrario, eran tan diversos que algunos fueron porque no tenían un farol en la esquina de su casa hasta otros por no poder comprar dólares.
Pero para los multimedios fue “el enojo de la gente” con la gestión de la Presidenta para que “cambie el rumbo”.
En realidad los que quieren que el rumbo se cambie, siempre a su favor, son aquellos privilegiados que escondidos tras bambalinas manejaron los hilos de la política y la economía del país por muchos años, hasta 2003.
Néstor Kirchner los puso en descubierto. Mostró a la gente quiénes son esos“grupos de poder permanente”. Y los enfrentó para implementar la gestión que hoy continúa y profundiza la Presidenta.
Opinión criminal
Ahora Clarín dio un paso en falso que mostró al “monstruo que es grande y pisa fuerte” en su real dimensión. Denunció a periodistas y políticos por su opinión, reclamando cárcel como castigo.
¿No era éste el adalid de la libertad de prensa y en consecuencia de opinión?
Es evidente que nunca fue así. En Clarín jamás los trabajadores de prensa jamás pudieron agremiarse. Nunca pudieron tener una opinión autónoma.
Ahora el grupo económico denunció por “incitación a la violencia y coacción agravada” por opiniones emitidas en el 6,7,8 de la TV Pública a los periodistas Sandra Russo, Nora Veiras, Orlando Barone y Edgardo Mocca. La denuncia también alcanza al director del Centro Cultural Haroldo Conti, Eduardo Jozami; el diputado Edgardo Depetri; el titular del AFSCA, Martín Sabbatella; el legislador porteño Juan Cabandié; la agrupación Unidos y Organizados; los periodistas Roberto Caballero y Javier Vicente; el ministro de Justicia, Julio Alak; y el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini.
La denuncia, según argumenta Clarín, son por las opiniones durante la protesta de prefectos y gendarmes, que tuvo una respuesta y solución del gobierno nacional.
Ese hecho fue el 3 de octubre, pero la denuncia de Clarín recién fue presentada a fines de noviembre.
No es casual porque el “7D” está cada vez más cerca. Es el día en que los multimedios deberán adecuarse a la ley de servicios audiovisuales.
La realidad ficticia construida por Clarín, La Nación, Perfil y otros multimedios representantes de los grupos económicos se les ha metido tanto en la cabeza que han terminado creyéndose su propia mentira.
El “cepo” como han calificado a las restricciones cambiarias, quieren imponerlo a quienes piensan distinto. A quienes opinan distinto. Una total pérdida de principios basales de la libertad de prensa y de opinión.
La criminalización de la opinión, como señaló uno de los periodistas afectados por esta denuncia que tuvo el rechazo unánime de todo el arco dirigencial.
Como señalaba Néstor Kirchner: “Qué te pasa Clarín! Estas nervioso!”.
Es evidente que los grupos económicos con los cuales comulga y divide ganancias coercionando gobiernos lleva a Clarín a esta desmesura. Lo muestra tal cual es. El rostro del verdadero enemigo de las transformaciones del país.


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