“Menosprecio hacia el dolor”
Menosprecio hacia el dolor y cinismo es lo que
demostró Félix Díaz, primero al recibir la distinción de Doctor Honoris Causa
de parte de la
Universidad Católica de Córdoba, para luego referirme a mí
como si fuese una suerte de marioneta
utilizada por el Gobierno para montar una campaña de desprestigio en su contra,
lo que me causó aún más indignación porque desmerece mi sufrimiento y el de la
familia de mi marido fallecido.
Como viuda del subcomisario Eber Miguel Falcón me siento
abatida por todo esto porque desde el 23 de noviembre de 2010, día en que
asesinaron a mi esposo, no tengo paz.
Cuando pienso que voy a encontrar un poco de consuelo
suceden este tipo de cosas y me entero por los medios que el principal
responsable e instigador del homicidio de mi difunto marido es considerado un “hombre
que lucha en forma pacífica por los derechos aborígenes” y hasta recibe
premios.
Aunque desde algunos sectores intenten hacer aparecer
a Félix Díaz como una suerte de Santo, siempre lo voy a ver como el culpable de
la muerte de mi esposo. ¿Por qué cree usted
que tiene derecho a cuestionar mi sufrimiento o a tratarme como una
persona que se deja manejar o utilizar?.
Tengo suficiente dignidad y amor propio como para
dejar que el asesinato de un hombre de bien, con el que compartí mi vida y al
que me lo arrebataron, termine de manera impune. Por eso exijo justicia porque
sepan todos que el policía asesinado Eber Miguel Falcón era esposo, hijo,
hermano, amigo, vecino, con los mismos derechos que cualquier otra persona.
Señor Félix Díaz, todos tenemos derechos y no sólo
las comunidades aborígenes. La lucha que usted dice embanderar no le da impunidad
ni facultades para pisotear a los demás, ni tampoco a desacreditar y restarle
legitimidad a mi dolor.
Siempre me manejé sola y no tengo el poder ni el
aparato mediático montado como lo tiene usted, si hasta premios Nobeles
impulsan esta situación. Lo único que me mueve es el vacío que el asesinato de
mi esposo dejó, el dolor y el sufrimiento de su ausencia.
A los notables que entregan premios nobles y a otras
personalidades con poder en nuestra sociedad sólo les pido respeto por el dolor
ajeno y dignidad, dos virtudes que muchos parecen no tener.
Pero como ocurre muchas veces, algunos siempre prefieren
mirar sólo lo que les sirve y les conviene a sus fines, como el caso de las
autoridades de la
Universidad Católica de Córdoba que en ningún momento
pensaron en mi padecimiento y mucho menos hablar conmigo, escucharme, ponerse
en mi lugar. Actitud poco cristiana si las hay.
Tampoco mi marido asesinado fue recordado por esta
Universidad o su rector. Lamentablemente esto sucede porque no nos ponemos en
lugar del que sufre y para colmo tienen el tupé de hacer quedar a los culpables
como víctimas. Sólo Dios se encargará de darnos a cada uno lo que corresponde y
así que algún día llegará la justicia divina, sería bueno que la justicia
terrenal también se expida para aliviar en parte nuestro padecer.
Idalina Mendoza Vda. de
Falcón
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