domingo, 30 de enero de 2011

Círculo de Legisladores de la provincia de Formosa, mi viejo en funciones



SEBRIANO ASUMIÓ LA PRESIDENCIA DEL CÍRCULO DE LEGISLADORES DE LA PROVINCIA DE FORMOSA

El domingo 30 de enero, en horas de la mañana, asumió la nueva Comisión Directiva del Círculo de Legisladores de la provincia de Formosa.
La ceremonia comenzó con un minuto de silencio en homenaje a los Legisladores fallecidos durante el último ejercicio.
La Comisión Directiva saliente agradeció la ayuda brindada por el Ejecutivo Provincial durante su mandato, procediendo luego a la aprobación de las Memorias y Balances anteriores para concluir con una explicación en detalle de la situación actual de la entidad, y unas palabras de despedida.

A continuación asumió en funciones la nueva Comisión Directiva integrada, entre otros Legisladores M/C, por:

  • Presidente: Luis Alberto Sebriano
  • Vicepresidente: Bibiana Babbini
  • Secretario General: Juan Domingo Gamarra
  • Secretario de Actas: María Inés Glogger
  • Sec. de Prev. y Asun. Sociales: Diego R. Gorvein
  • Secretario de Relaciones: Dermidio de Jesús Soria
  • Tesorero: Ramón Eulogio Ferreira
  • Pro-tesorero: Pedro Francisco González
  • Vocal Titular 1°: Francisco Dolores Vega
  • Vocal Titular 2°: Carlos Julián González
  • Vocal Titular 3°: Agustín Elías
  • Vocal Titular 4°: Fulgencio Benítez

Más todos los Vocales Suplentes y la Junta de Fiscalización Titular y Suplente.

Sebriano, luego de decir unas palabras de agradecimiento por la confianza depositada en su persona, procedió a leer un Plan de Acción de lo que va a ser la gestión de esta nueva Comisión Directiva en este mandato que acaba de iniciar.

viernes, 28 de enero de 2011

6ta clase muchachos... CONDUCCIÓN POLÍTICA (la Biblia digamos...)

Escuela Superior de Conducción Política
  
Decano: Juan D. Perón

FUNDAMENTOS DE DOCTRINA NACIONAL JUSTICIALISTA

Texto oficial - 1966


ESCUELA CENTRAL

 I
 EL HOMBRE

El ser humano nace de la familia, grupo social básico que constituyen sus padres y del cual recibe la vida y cuidados de toda naturaleza. Se desarrolla en el seno de una Comunidad más amplia que se constituyó a lo largo de los siglos y que le proporciona la herencia del pasado, sin la cual no se diferenciaría de la fiera: no sólo los bienes materiales, sino también y sobre todo sus caracteres biopsíquicos y la civilización y cultura de su tradición.

De ahí que el hombre sea un animal social: depende de la sociedad que le da la vida y los medios de aprovecharla plenamente, conforme con su derecho natural de individuo. Tiene, por lo tanto, la obligación, no menos natural, de aportar a la Comunidad todo lo que es capaz de darle y, eventualmente, de sacrificarse por ella.

Sólo en el marco social el ser humano se realiza plenamente, mandando si tiene las cualidades requeridas, obedeciendo si lo necesita para afirmarse en grado máximo; pero nunca aceptando pasivamente la existencia. La Comunidad no es ningún rebaño: para progresar en toda la medida de lo posible, necesita que todos sus miembros, cada uno en el lugar que su capacidad le asigna, luchen constantemente. No se transforma la naturaleza con gozadores; no se vencen los obstáculos con cobardes. El heroísmo es la virtud primera del hombre. Vivir peligrosamente es vivir como ser humano; vivir tranquilamente es subsistir como vaca destinada al matadero. Los hombres Heroicos hacen los pueblos fuertes. Y sólo los pueblos fuertes hacen la historia.

II
LA COMUNIDAD

Natural o voluntariamente, el ser humano forma parte de distintos grupos sociales y asociaciones de naturaleza diversa, cada uno de los cuales tiene su orden propio que se opone en alguna medida al de los otros y que permanecen unidos, sin embargo, por vínculos de solidaridad más fuertes que sus antagonismos. El hombre es miembro de una familia, de un taller, de una parroquia, de un club deportivo, etc., fuera de los cuales no podría ni procrear, ni producir, ni rezar, ni divertirse. Las familias agrupadas en cierto territorio constituyen un municipio; varios municipios, una provincia; varias provincias, una nación. Y lo mismo ocurre, o debería ocurrir, con los demás grupos de función común.

La Comunidad se presenta, pues, como una pirámide de federaciones diferenciadas que desempeñan cada una su papel particular en el seno del organismo social. No se trata de un mero conglomerado, sino de un conjunto unitario que nace, se desarrolla y muere como un individuo. Surgida del pasado, la Comunidad crea su historia afirmándose en el presente por adaptación a condiciones de vida siempre cambiantes y se proyecta en el futuro con una masa de posibilidades que le corresponderá a ella hacer reales o rechazar en el olvido.

Para afirmarse cada vez más, la Comunidad nacional tiene que ser dueña de su destino. Esclavizada por una potencia extranjera o proletarizada por la finanza internacional, la nación no puede sino sobrevivir, humillada y explotada. Pero tampoco puede dar lo mejor de sí misma cuando una fracción de sus integrantes la gobierna en provecho propio o explota el trabajo ajeno. No hay Comunidad nacional sin soberanía política, independencia económica ni justicia social.

 III 
EL ESTADO
Los grupos federados que constituyen la Comunidad no sólo están destinados a coexistir, sino también a colaborar, en el sentido preciso de la palabra, como los miembros de una familia. Tienen que desempeñar cada uno su papel particular en el seno del organismo social. Sus funciones respectivas son complementarias. No se puede concebir una harmonización de tantas actividades diversas e interdependientes sin un orden jerárquico, que implica el mando. Es ésta la razón primordial por la cual toda Comunidad posee un órgano especializado en conducción política: el Estado. A él corresponde dar a la multiplicidad necesaria de los grupos y federaciones la unidad sin la cual no habría sino el caos.

Para conducir a la Comunidad, el Estado necesita conocerla, y no sólo en su realidad presente. No puede crear la historia sin saber de dónde vienen los elementos de que dispone, o sea sin aprehenderlos en su evolución. Para poder proyectar la intención histórica de la nación, el Estado debe interpretarla y, más aún, encarnarla.

También debe dar a las fuerzas internas del cuerpo social la unidad y continuidad que no poseen espontáneamente. De los grupos, asociaciones y comunidades intermedias surgen dinamismos que constituyen la “materia prima” de la duración comunitaria. Pero tales dinamismos tienden a desgastarse en antagonismos estériles que el Estado tiene que superar, haciendo que las fuerzas hostiles concurran a la afirmación nacional.

IV 
LA SUBVERSIÓN BURGUESA

A fines del siglo XVIII o principios del XIX el orden social natural fue quebrado por un fenómeno patológico cuyas consecuencias seguimos padeciendo. Grupos marginales de la sociedad comunitaria, que se dedicaban al comercio de ultramar y, clandestinamente, al préstamo a interés, se habían enriquecido sin conseguir con ello más que comodidades materiales. Aspiraban al poder y, después de un largo proceso de subversión ideológica, lograron apoderarse del Estado francés y posteriormente, por la fuerza o la propaganda, de los demás Estados del mundo occidental.

La burguesía adaptó entonces a sus necesidades las estructuras del Estado, convirtiéndolo de órgano rector de la Comunidad en instrumento de su propia dominación. Pero las “fuerzas de ocupación” estaban divididas en numerosos grupos competidores, debido a su misma naturaleza mercantil. Con el fin de que ninguno de dichos grupos pudiera desplazar a los demás, la burguesía triunfante dividió al Estado en tres poderes autónomos e hizo depender los cargos públicos más importantes de un proceso electoral individualista. Cada grupo constituyó su propio partido. Reservado, en un primer momento, a los burgueses mediante el sufragio censal, el derecho de voto fue extendiéndose paulatinamente a medida que se conseguía adoctrinar al pueblo gracias al monopolio de los medios de difusión: escuela y prensa. Si una elección daba, a pesar de todo, resultados insatisfactorios, siempre se la podía anular.

Así quebradas su unidad y su continuidad, el Estado ocupado por la burguesía era sumamente débil. No podía, pues, tolerar la existencia de comunidades intermedias poderosas, a las cuales no estaba seguro de poder imponer su voluntad. De ahí que disolviera los gremios, avasallara la iglesia y hasta, en algunos países, dividiera las provincias históricas. Su meta era convertir al pueblo organizado en una masa de individuos aislados, “nacidos expósitos y destinados a morir solteros”, como dijo Renan. Pues, por débil que fuera, el Estado burgués siempre podía dominar a un rebaño de seres humanos indiferenciados. En nombre de una Libertad mítica e irreal, la burguesía se empeño en quitar al hombre los fueros y libertades de que gozaba anteriormente en virtud de su función. Y lo consiguió en gran medida.

 V
EL CAPITALISMO
  
Con el régimen demoliberal, el dinero se convierte en la fuente exclusiva del poder. La disolución de los gremios y la legalización del préstamo a interés eliminaban todo obstáculo al enriquecimiento mediante la explotación del hombre por el hombre: del hombre pobre por el hombre rico; del productor al parásito.

Prometiendo a los demás la libertad política, la burguesía se aseguró la libertad económica, que utilizó para anular la primera. Pues la Libertad era indivisible, absoluta para todos: para el fuerte y para el débil, para el rico y para el pobre. O sea, como dijo Julio Guesde, para el zorro y para la gallina: ¿por qué la gallina se quejaría de que el zorro se la comiera si ella tiene plena libertad de tragarse al zorro?

Con su riqueza hasta entonces inutilizada, los burgueses abrieron manufacturas y el libre artesano de antaño se convirtió en un asalariado. No fue más dueño de sus herramientas ni del producto de su labor. Se limitó a vender su trabajo al capitalista, quien fijaba el precio en función de la “ley” de la oferta y de la demanda. Claro que el obrero tenía absoluta libertad de no aceptar el trato y en consecuencia, como también lo dijo Julio Guesde, de morirse de hambre.

Así se dividió la sociedad en clases: por un lado, el conjunto de los detentadores de los medios de producción, o sea, la burguesía capitalista; por otro, el conjunto de los asalariados, o sea, el proletariado; entre las dos, el conglomerado de todos aquellos que no revistaban en ninguno de los bandos, o sea, la clase media. Otrora estamental, vale decir funcional, la estratificación de la Comunidad se hacía económica: los explotadores, los explotados y, en el medio, los que no eran netamente ni lo uno ni lo otro.

VI
EL CAPITALISMO DE ESTADO

Carlos Marx preveía, a mediados del siglo pasado, que el capital se iría concentrando en un número de manos cada vez más reducido y que la clase media sería absorbida por el proletariado. Tales predicciones no se han cumplido en el mundo liberal. Por el contrario, los dueños del capital se han ido multiplicando y las clases medias se amplían constantemente, absorbiendo a sectores cada vez más importantes de la clase obrera. La minoría burguesa, que había sabido conquistar el poder a sangre y fuego en los decenios que siguieron a 1789, evidentemente ya no era la misma. Se había ablandado con la vida fácil y se manifestaba incapaz de llegar al soñado monopolismo integral.

De repente, en 1917 y en un país, Rusia, donde el capitalismo, embrionario, aún no había logrado imponerse, una minoría insurrecta, muy semejante por su composición a los jacobinos, se adueño del poder y, a través del Estado ocupado por ella, se convirtió en el único detentador–colegiado- de los medios de producción, de difusión y de represión. A lo largo de los años, esa minoría combatiente se fue transformando en una oligarquía tecnoburocrática cerrada, que supo realizar un capitalismo perfecto, evitando los escollos del liberalismo. Fuera de ella, sólo había proletarios indefensos, cuyos sindicatos no eran sino instrumentos de poder del Estado-patrón.

Entre el capitalismo liberal y el capitalismo estatal no existía, pues, -ni existe- otra diferencia que la que procede de distintos grados de cohesión y eficacia. Tal diferencia era más marcada que hoy en vísperas de la segunda guerra mundial. Desde aquel entonces, y especialmente en los últimos años, el sistema soviético se ha ido liberalizando hasta reintroducir el lucro y la competencia entre las empresas, mientras que el sistema liberal se iba endureciendo como consecuencia de la guerra, con intervención cada vez mayor del Estado en la conducción de la vida económica.

VI Bis 
EL SINDICALISMO

No se podía esperar, por supuesto, que los asalariados aceptaran pasivamente la situación que se les imponía. Muy pronto, proletarios más conscientes y más valientes que los demás empezaron a organizarse para la lucha. No constituían sino una minoría ínfima, pero dura y decidida. Con un heroísmo digno de los tiempos homéricos, como muy bien dijo Jorge Sorel, supieron interpretar a la clase obrera y alzarse contra el sistema democapitalista. Como un ejercito en guerra, en medio de la incomprensión y, a menudo, de la hostilidad de sus compañeros de miseria, subieron al asalto del Estado burgués, con la única arma de que disponían: la huelga. Arma insuficiente, ésta, por cierto. Pues los patronos, dueños del poder comunitario, recurrieron a la policía y, de ser preciso, al Ejército. El sindicalismo revolucionario, como tal, fracasó.

Paradójicamente, los héroes de la lucha de clases consiguieron, sin embargo, una serie de victorias en el terreno en que menos las buscaban. Las huelgas aisladas –pues la misma condición proletaria nunca permitió llevar a cabo los grandes proyectos de huelga general- no inquietaban sobre manera al Estado burgués, pero sí perjudicaban a los patrones contra los cuales se hacías. Para quitar a los líderes revolucionarios el apoyo de la masa de los asalariados, basta con ceder ante sus reivindicaciones materiales y aumentar un tanto los salarios. Las condiciones de vida y de trabajo de los obreros empezaron así a mejorar. No faltaron entonces dirigentes sindicalistas para pensar que más valía abandonar un combate sin esperanza y negociar con la burguesía la incorporación pacífica del proletariado al sistema vigente, a cambio de ventajas cada vez mayores. Los héroes dejaron el lugar a mercaderes que sustituyeron la lucha por el regateo y la componenda. El sindicalismo reformista no representaba ningún peligro para la burguesía. Antes al contrario, garantizaba la permanencia del régimen demoplutocrático. Entonces, los sindicatos mediatizados fueron autorizados por ley, ya meros apéndices, ruidosos pero tranquilizadores, del sistema imperante.

Con el tiempo, la clase obrera de los países más industrializados se fue aburguesando. En cuanto a sus condiciones de vida, se diferencia muy poco, hoy en día, de las clases medias. Pero sus integrantes siguen siendo asalariados, subesclavos bien alimentados. Sus dirigentes han llegado a constituir una oligarquía capitalista, no sólo la buena vida, sino también, directa o indirectamente, el poder. Son empresarios como los demás, mancomunados como los demás para la defensa del sistema.

VII 
EL PODER SUPRANACIONAL

El más craso error que se pueda cometer al estudiar el mundo de hoy es el de creer que capitalismo liberal y capitalismo estatal son enemigos irreconciliables. En realidad, no pasan de competidores, como podían serlos potencias demoliberales del siglo pasado. Rivalizan por el dominio de colonias y mercados, pero se encuentran solidarias cuando el sistema común está en peligro. Lo demostró a las claras la segunda guerra mundial como también, en nuestro país, el contubernio de liberales y comunistas en 1945 y 1955.

Más aún, todo parece indicar que existe, por encima de los bloques demoplutocrático y soviético, una potencia supranacional que los maneja a su guisa. Está probado que un consorcio bancario internacional subvencionó abundantemente a Trotsky en 1917. No fue, evidentemente, un hecho accidental. La gran finanza no tiene patria, sino solamente intereses. Guerra fría y conflictos localizados no son sino episodios de mutua conveniencia, que permiten a los Estados Unidos mantener a flote su tambaleante economía y a la Unión Soviética reforzar la tensión interna sin la cual su imperio correría serio peligro de desintegrarse. Lo más probable es que quienes atienden, en Washington y en Moscú, el teléfono que une la Casa Blanca al Kremlin hablen un mismo idioma, y que este idioma no sea ni el ruso ni el inglés.

VIII 
EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO

No faltaron, en el siglo XIX, grupos revolucionarios que se alzaran contra el poder burgués. Pero su enfoque del problema era parcial. Unos, salidos de las clases medias, luchaban por la liberación del Estado y, a través del Estado, de la Nación. Otros, formados en el seno del proletariado, buscaban liberar a la clase obrera de la opresión capitalista. No se daban cuenta que su enemigo era el mismo: la minoría burguesa que, dueña del poder político, avasallaba la Comunidad y explotaba a los productores. A menudo, por mutua incomprensión, nacionalistas y socialistas se enfrentaban, neutralizándose, debidamente incitados al efecto por agitadores a sueldo.

Para que la revolución auténtica se hiciera factible, fue preciso que los grupos nacionalistas tomaran conciencia de la opresión capitalista que ellos sufrían exactamente como el proletariado, y que los grupos obreros tomaran conciencia del avasallamiento de la Comunidad histórica por la oligarquía burguesa. Entonces sí surgieron movimientos revolucionarios nacionales que supieron realizar la síntesis del nacionalismo y del socialismo, del espíritu de tradición y del espíritu de revolución. Negando los antagonismos anticuados, estos movimientos constituyeron verdaderos Estados supletorios que se hicieron los instrumentos de la intención directriz de sus respectivas Comunidades.

Las revoluciones nacionales de nuestro siglo se realizaron en dos estadios. El primero consistió en la liberación del Estado de la ocupación burguesa, lo que implicaba la reestructuración funcional. El segundo, en la liberación de la Comunidad y, en especial, del proletariado, de la explotación económico-social que padecían, lo que implicaba la transformación total del sistema capitalista de producción y distribución. Lo segundo era más difícil de realizar que lo primero: la historia reciente lo prueba.

IX
LA REVOLUCION NACIONAL JUSTICIALISTA
  
En nuestro país, el proceso revolucionario se desarrollo de un modo un tanto diferente. El golpe militar del 4 de junio de 1943 ya había liberado el Estado, con un enfoque exclusivamente político, cuando surgió el peronismo, integrado por grupos nacionalistas civiles y por la gran masa obrera. El movimiento revolucionario no se había constituido, depurado ni fogueado en la lucha. Carecía de doctrina y de cuadros y hasta, dividido en partido y gremios, de unidad orgánica. No supo endurecerse ni unificarse desde el poder. Antes al contrario, cometimos el error de permitir –y a veces imponer- la afiliación indiscriminada al partido, debilitándolo así aun más. Sólo los gremios constituían una fuerza coherente, pero incompleta por su mismo carácter clasista,

Por otro lado, la revolución nacional justicialista estalló y se desarrollo en el momento internacional más difícil. Vencida en el país, la Unión Democrática dominaba el resto del mundo con el nombre de Naciones Unidas. La presión política y militar de los aliados había sido muy seria –en algunas oportunidades, irresistible- en los años anteriores y permanecia latente. Cambiar brutalmente las estructuras políticas y económicas hubiera sido considerado una verdadera provocación, con posibles consecuencias sumamente peligrosas para nuestra misma soberanía.

El Estado justicialista tuvo, por lo tanto, que actuar dentro del marco institucional creado por la oligarquía, o sea con instrumentos inadecuados a sus propósitos. Se limitó a dar un nuevo sentido a formas caducas. En el campo político, la mayoría electoral que lo respaldaba le permitió gobernar sin suprimir el régimen de partidos. En el campo económico, el macizo apoyo de los gremios le permitió instaurar la justicia social sin destruir el capitalismo. Sólo en los últimos tiempos de nuestra primera época de gobierno, un tanto relajadas las tensiones internacionales, pudimos empezar a quitarnos la careta. Las constituciones de La Pampa y El Chaco hicieron su lugar a la representación sindical y se socializaron algunas empresas. Pero, salvo estas pocas excepciones, por lo demás incompletas, la revolución nacional justicialista se limitó a eliminar efectos de causas estructurales que permanecían, constitucional y legalmente, en vigencia. Bastó, en 1955, un intrascendente golpe insurreccional para que el régimen demoliberal volviera a funcionar como si nada, o casi nada, hubiera cambiado desde 1943.

 X
HOY: DOCTRINA Y MOVIMIENTO

 Hay que aprender las lecciones de la batalla perdida. Muchos entre nosotros, pero no todos, han sabido hacerlo a través de diez años de persecución y de lucha. Sin embargo, nuestro movimiento sigue siendo gregario, cuando sólo las minorías operantes, expresión legítima del pueblo, son capaces de hacer revoluciones. Tenemos a millones de electores; no tenemos a los pocos miles de militantes organizados que nos son imprescindibles para dar victoriosamente el asalto al poder burgués.

No se puede organizar a fuerzas revolucionarias sin darles previamente la formación doctrinaria sin la cual no hay disciplina ni conciencia de los objetivos a alcanzar. Mucho se ha hecho, en los últimos años, para precisar las grandes líneas ideológicas del justicialismo. Nuestros historiadores revisionistas ya han ganado la batalla, en su campo, y la mitología liberal ya no engaña a nadie entre nosotros. Nuestros sociólogos y economistas han profundizado científicamente nuestra doctrina, especialmente en sus aspectos estructurales. Hoy, la Escuela Superior de Conducción Política del Movimiento está dando a esta tarea una orientación orgánica y normativa y empieza a formar nuestros militantes.

Queda por constituir, en el seno del Movimiento, una milicia combatiente que sepa encarnar, con espíritu heroico, al pueblo revolucionario todo, al margen de la estratificación clasista que nos impuso el capitalismo burgués y que sueñan en hacer perdurar los ideólogos marxistas, fieles a esquemas superados.

XI
MAÑANA: EL ESTADO COMUNITARIO
  
Volveremos, muy pronto, a liberar el Estado. No deberá, entonces, permanecer ningún resabio institucional de la ocupación burguesa. El Estado debe responder a nuestra realidad y a nuestras necesidades, no solamente en sus intenciones y sus obras, sino también en sus estructuras.

La nueva Constitución Justicialista asegurará la unidad y continuidad del Estado en la persona de su Jefe, situado por encima de los tres poderes institucionales. Garantizará una auténtica representación popular a través de las comunidades intermedias y cuerpos constituidos de la nación: provincias, gremios, Iglesia, universidades, fuerzas armadas, etc. Respetará y fomentará la autoconducción y los fueros de los grupos sociales y comunidades intermedias.

Así el Estado estará en condiciones de desempeñar satisfactoriamente sus funciones: todas sus funciones, y sólo sus funciones.

Esto supone, naturalmente, la supresión total y definitiva de los partidos políticos que constituyen los instrumentos del engaño demoliberal. Ni la Comunidad está hecha orgánicamente de partidos, ni una parte de la nación, en pugna con las demás, puede expresar validamente la intención histórica del todo, unitario y complejo a la vez. Sólo en Estado soberano, librado de la ocupación clasista y partidista, tiene por misión conducir a la Comunidad con vistas a su cada vez mayor afirmación.

XII
MAÑANA: LA EMPRESA COMUNITARIA

 Considerada en su aspecto funcional, la empresa es una comunidad jerarquizada de productores, diversamente especializados, que aúnan esfuerzos para fabricar determinado artículo o prestar determinado servicio, valiéndose para ello de las herramientas o máquinas que impone la técnica moderna.

Considerada, por el contrario, en su aspecto legal, esta misma empresa no pasa, hoy en día, de ser un mero capital que compra máquinas, materias primas y trabajo. Pura ficción. Pues si con un golpe de varita mágica se suprimieran los dueños del capital, la empresa seguiría funcionando sin la menor perturbación, mientras que pararía y desaparecería si se eliminasen los productores.

No basta, por lo tanto, mejorar el nivel de vida del proletariado. No basta dar al productor el lugar que le corresponde en la Comunidad. No resuelve nada cambiar el capitalista sustituyendo la oligarquía burguesa por una oligarquía burocrática. Lo que hace falta es suprimir el salariado, devolviendo a la empresa, aprehendida en su realidad orgánica, la posesión y, de ser posible, la propiedad de su capital, así como la libre disposición del fruto de su trabajo.

Cualquier ente social –individuo, grupo o comunidad- tiene el derecho natural de poseer los bienes que le son imprescindibles para subsistir y realizarse plenamente. El municipio, por ejemplo, tiene naturalmente derecho a la propiedad de la vía pública o de la red de alumbrado. El municipio en sí, no la suma de sus habitantes. Cuando alguien viene a instalar en una ciudad, no tiene que comprar su parte de calle ni de usina; ni la vende cuando se va. La empresa es también un ente social independiente de sus integrantes individuales del momento. Es ella la que tiene que ser dueña de su capital, al que encontrará y usufructuará el productor entrante y dejará para su sucesor el productor saliente. Esto vale tanto para la empresa industrial como para la empresa agropecuaria. Los reformistas pequeños burgueses que quieren lotear las unidades orgánicas de nuestro campo fomentan el minifundio y la miseria. La tierra debe ser de quienes la trabajan, como las máquinas de quienes trabajan en ellas. Tal principio no supone, en absoluto, el parcelamiento de la propiedad de los instrumentos de la producción, sino la supresión de las propiedad individualista de bienes que otros –individuos o grupos- necesitan. O sea la supresión del parasitismo en todas sus formas.

Eliminado el parasitismo capitalista, las clases desaparecerán ipso facto. No habrá más burgueses ni proletarios, sino productores funcionalmente organizados y jerarquizados en sus empresas.

El gremio perderá entonces el carácter clasista que le ha impuesto una lucha necesaria cuya responsabilidad no lleva y volverá a convertirse en una federación de empresas comunitarias, con el patrimonio asistencial que necesita y los poderes legislativos y judicial que definirán sus fueros. En cada gremio, un banco distribuirá el crédito entre las empresas, dentro del marco de la planificación y conducción económica del Estado Nacional.

La revolución justicialista no busca, pues, llegar a una componenda entre capitalismo individualista y capitalista estatal, ni “mejorar las relaciones entre capital y trabajo”. Repudia íntegramente cualquier forma de explotación del hombre por el hombre y quiere volver, en todos los campos, al orden social natural. Es éste el sentido de nuestra TERCERA POSICIÓN.

  

Escuela Superior de Conducción Política

del Movimiento Nacional Justicialista


Decano: Tte. Gral. JUAN PERON


DEPARTAMENTO DE DIFUSIÓN
ESCUELA CENTRAL

miércoles, 26 de enero de 2011

Nueva arremetida de esta izquierda rara que está adentro nuestro, por suerte ya estamos generando los anticuerpos correspondientes...

DE ZONCERAS ARGENTINAS Y DEMÁS YERBAS…

Nos decía Arturo Jauretche que la Zoncera N° 12 es “Política Criolla – Política Científica”, en ella relataba que el inventor de esta zoncera fue Juan B. Justo, padre de la izquierda argentina, donde todo lo que venía de afuera era científico y todo lo que nacía adentro era anticientífico, es decir “criollo”, que es una manera más científica de decir “aluvión zoológico” y “libros y alpargatas”, o sea “civilización y barbarie” (madre de todas las zonceras a lo largo de nuestra historia).

De la filosofía griega Juan Perón sacó aquello de que “la única verdad es la realidad”, trayendo esto a nuestra provincia podemos ver que la realidad se da en las urnas cada dos años, donde el Pueblo expresa en amplia mayoría todo su apoyo y confianza al gobierno encabezado por el Dr. Gildo Insfrán. Hoy la oposición tanto nacional como provincial pudieron ver y darse cuenta de la gran injusticia en el tratamiento mediático, y de la realidad, sobre lo ocurrido en la colonia La Primavera, y sobre las políticas aborígenes que Formosa como Estado mantiene hace ya muchos años, siendo la primera en todo el país y la más avanzada en Latinoamérica en contar con una Ley Integral del Aborigen (ley N° 426), donde se les ha hecho entrega (o devolución como quieran llamarlo) de más de 400.000 hectáreas de tierra que nadie ha tocado un metro cuadrado de ellas, sin entrar en detalle de las obras Educativas para las colonias aborígenes, de las viviendas, de los Centros de Salud que son verdaderos hospitales en las colonias aborígenes, etc etc. Todas obras que hacen a la dignidad de las personas y que Formosa al declararse en su Constitución como pluricultural, pluriétnica y multilinguística no hace distinción de ningún ciudadano más allá de su raza, religión e ideología política.

Hoy estamos ante una nueva Zoncera Argentina, que se da en la izquierda Nacional, esta Izquierda funcional que en el 1946 formó parte del frente contra Perón, en 1955 colaboró activamente en el derrocamiento del gobierno Nacional y Popular, en 1976 la cúpula de PC entrego a los genocidas sus ficheros de afiliados a cambio de su inmunidad, y luego colaboró con Martínez de Hoz en la apertura del mercado soviético para la exportación de granos, durante el menemato y el delaruinato no dijeron ni mu, y ahora tanto Pino Solanas como Binner, se asociaron a Menem, Duhalde y Carrio-Prat Gay, para "acorralar" y derribar, al gobierno nacional y popular; también apoyaron a la sociedad rural y al paro del campo. Hoy son ellos los que arremeten contra todo el pueblo Formoseño tildándonos de discriminadores y sectarios y tildan de represor a nuestro Gobernador, que en realidad es un tiro por elevación a toda nuestra Comunidad.

Esta Zoncera encabezada por la Diputada Silvia Vázquez que proviene de la zona norte de Buenos Aires, Vicente López una de las zonas mas paquetas de todo el País, y apoyada por otros pseudo progres que la única vez que vieron a un aborigen estoy seguro habrá sido en la revista Anteojito o Billiken, sin conocer ni una pizca de todo lo que se hace y de las interrelaciones que se dan en Formosa, del Instituto de la Comunidad Aborigen desde donde entre las etnias se elige por consenso quien va a ser su representante en la Legislatura Provincial, siendo Formosa y Chubut, creo, las únicas que tienen representantes aborígenes en sus Parlamentos, etc. etc..

Ellos los ven a los hermanos originarios como algo de moda, como un cartelito que pueden levantarlo y mostrarlo porque queda bien, porque es “progre”. Pero que lo único que hacen y sienten, es lo mismo que hicieron y sintieron los españoles cuando desembarcaron en Haití en octubre de 1492 al mostrarles los espejitos de colores y otros elementos de la “civilización” pero que en el fondo los aborrecían y les tenían asco.

Esto se combate únicamente trabajando día a día, continuando con nuestro compromiso, continuando con la construcción de una Formosa mejor, mas abarcativa, equitativa y por sobre todas las cosas más feliz, haciendo oídos sordos de aquellos que lo único que quieren es destruir, porque creen aquello de “a río revuelto ganancia de pescadores”. Nosotros conocemos el rumbo, estamos esclarecidos como dice nuestro conductor; el Pueblo no es zonzo, ya no se deja engañar, y estoy convencido que en este año a la hora de votar se dará por tierra esta Nueva Zoncera que quieren implantar.

Dios y la Virgen del Carmen nos iluminan y nos guían, ellos nos dicen que la ira y la envidia son pecados capitales y en el octavo mandamiento nos dicen “no dirás falsos testimonios ni mentiras”.  Y sepan que la paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia.




Luis A. Sebriano (h)

martes, 25 de enero de 2011

Hoy con ustedes: La tercera Posición. Toda una definición ideológica y filosófica -5ta clase de Formación y Adoctrinamiento-


TERCERA POSICION DOCTRINARIA

Peronismo:

"Doctrina Nacional adoptada por el Pueblo Trabajador Argentino, la Doctrina Peronista o Justicialismo, que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación, mediante la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, armonizando los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la Sociedad."

No hay mejor explicación sobre qué es el peronismo, que las dadas en su tiempo por el General Perón, mentor de la doctrina que sostiene la Soberanía Política, la Independencia Económica y la Justicia Social. Por eso mismo, exponemos en esta página lo que escribiera en su libro "La fuerza es el derecho de las bestias" sobre su doctrina, nuestra doctrina:

LA TERCERA POSICIÓN DOCTRINARIA
 
                        "Para nosotros los justicialistas el mundo se divide hoy en capitalistas y comunistas en pugna: nosotros no somos ni lo uno, ni lo otro. Pretendemos ideológicamente estar fuera de ese conflicto de intereses mundiales. Ello no implica de manera alguna que seamos en el campo internacional, prescindentes del problema.
            Pensamos que tanto el capitalismo como el comunismo son sistemas ya superados por el tiempo. Consideramos al capitalismo como la explotación del hombre por el capital y al comunismo como la explotación del individuo por el Estado. Ambos “insectifican” a la persona mediante sistemas distintos. Creemos más; pensamos que los abusos del capitalismo son la causa y el comunismo el efecto. Sin capitalismo el comunismo no tendría razón de ser, creemos igualmente que, desaparecida la causa, se entraría en el comienzo de la desaparición del efecto.
            Esto lo hemos probado durante los ocho años de nuestro gobierno en que, el Partido Comunista en nuestro país, alcanzó su mínima expresión. Para ellos nos bastó suprimir los abusos del capitalismo procediendo por evolución en los sistemas económicos y sociales.
            Es indudable también que esta revolución reaccionaria [la llamada Revolución Libertadora], al destruir parte de nuestras conquistas y volver a los viejos sistemas, traerá consigo un recrudecimiento del comunismo en la Argentina. El comunismo es una doctrina y las doctrinas sólo se destruyen con una doctrina mejor. La dictadura militar con su sistema de fuerza y arbitrariedad pretenderá destruir con la fuerza lo que es necesario tratar con inteligencia. Ni la policía, ni el ejercito son eficaces en este caso. Una justicia social racionalmente aplicada es el único remedio eficaz y, los militares entienden muy poco de esto. Menos entenderán aún estando como están en manos del más crudo reaccionarismo conservador y clerical.
            Nuestra doctrina ha elaborado consecuentemente con la concepción ideológica toda una técnica de lo económico y lo social, como asimismo en lo político.
            En lo económico abandonamos los viejos moldes de la “economía política” y los reemplazamos por la “economía social” donde el capital está al servicio de la economía y ésta al del bienestar social. En lo social el justicialismo se basa en la justicia social a base de dar a cada individuo la posibilidad de afirmar su derecho en función social. Se capitaliza al Pueblo y se da a cada uno la posibilidad de realizar su destino, de acuerdo a sus calidades y cualidades, dentro de una comunidad que realiza a sí mismo por la acción de todos. En lo político buscamos congruentemente, el equilibrio entre el derecho del individuo y el de la comunidad.
            Yo puedo afirmar que el pueblo Argentino es justicialista y que las conquistas alcanzadas no pueden ser destruidas por la reacción. Nuestra doctrina sólo podría ser superada por otra doctrina mejor y, en la reacción, no veo hombres capaces de construir nada permanente.
            En cambio creo que la lucha se ha desencadenado en el Pueblo argentino, a raíz del establecimiento de la dictadura militar oligarco-clerical, será una tonificación para nuestro movimiento justicialista. La historia prueba que las doctrinas, para triunfar, necesitan ser combatidas. Ello las fortalece y las extiende. Si los cristianos no hubieran sido arrojados al circo, quizá el cristianismo no habría llegado al siglo XX.
            Nuestro movimiento es doctrinario. Podrán destruir nuestras estatuas y aun nuestras instituciones, pero, no lograrán neutralizar los sentimientos y la convicción de muchos millones de justicialistas convencidos, místicos y aun fanáticos."

lunes, 24 de enero de 2011

El modelo formoseño y los jóvenes



¿De que se trata este Modelo y que es lo que plantea?

Por Luis Alberto Sebriano (h)


Escribe el Gobernador en el libro El Modelo Formoseño que “Nuestra gran apuesta es a la producción de alimentos, por su valor estratégico en el mercado mundial”, y no se equivoca en el planteo, hoy en el mundo entero se están debatiendo el problema de la falta de territorio y la falta de alimentos.

Deteniéndonos en este punto vemos que la Argentina tiene ambas cosas, Territorio de sobra en la vasta extensión de nuestro País, cosa que por más que los chinos o los japoneses hagan lo que hagan, inventen lo que inventen, nunca van a tener más territorio que el que tienen.

Alimentos no hace falta que yo lo diga para saber que nuestra tierra es una de las más privilegiadas de todo el globo terráqueo donde tenemos capacidad de producir alimentos para todo el mundo. El desafío está en que los argentinos pensemos y actuemos como argentinos, no mirando al viejo Continente o a los Estados Unidos, sino mirando hacia adentro, dejando de querer enriquecernos a costa de cualquier cosa, del hambre de los demás habitantes, del desarrollo de todas las provincias por igual, de la marginación de las generaciones futuras, etc. etc. El crear una burguesía nacional como lo hizo en su momento Brasil fue justamente haciendo esto, teniendo en cuanta justamente lo que hacen esos países más desarrollados, para que quede claro LO QUE HACEN, NO LO QUE DICEN.

Esto es lo que se plantea en el Modelo Formoseño, una provincia donde se mire hacia adentro, no hacia el afuera ya mejor qu enosostros. Mejorar la vida y la dignidad humana a través del trabajo, que le pueblo esté alegre y orgulloso, en definitiva el COMPARTIR en vez de COMPETIR entre nosotros. Es totalmente cierto que falta mucho por hacer, para que se cumpla este Modelo falta mucho, para que se complete el Plan “Formosa 2015” falta mucho, en fin para llegar a la Comunidad Organizada que nos planteaba Juan Perón sabemos que falta mucho y es por eso que estamos trabajando y arduamente.

Es por ello que cuando algunos no ven o no comprenden esto y critican con maldad y con saña sin intención de construcción sino de destrucción, no es que molesta sino que duele. Es cierto que falta trabajo, es cierto que en algunos casos el salario no alcanza, pero también es cierto que esos problemas son comunes a todo el país, y mirando los últimos 10 años podemos ver todo lo mejorado y avanzado en la provincia y en la nación, y también es cierto que los esfuerzos por mejorar todos los índices son extremos.

Gracias a Dios la mayoría de los jóvenes que tienen ganas de construir esa Formosa mejor se están dando cuenta de ese gran esfuerzo y están dejando de lado sus diferencias para encontrar ese punto de coincidencia y así tirar todos el carro para el mismo lado, hacia esa Formosa que soñaron nuestros abuelos, con ese orgullo, ese “Ser Formoseño” que despierta cada vez más en todos los habitantes de este hermoso terruño.

Es también un desafío que nosotros como generación venidera, los que tenemos menos de 35 años (poniendo ese límite por lo que dicen los psicólogos, que es la edad en que se pasa a la adultez hoy en día), nos planteamos y se la planteamos a la conducción constantemente, QUEREMOS Y NOS SENTIMOS OBLIGADOS a continuar con este proceso de crecimiento, sabiendo todo lo que falta por hacer, conociendo los sacrificios que ello conlleva, pero con una obligación moral, generacional, para con nuestros abuelos, para con nuestros padres y para con nuestros hijos.

Quiero con estas líneas encender esa llama que tenemos los jóvenes, sin distinción de ideologías ni credos políticos, con esas ganas de una Formosa mejor como objetivo máximo. Estoy convencido que si nos unimos todos, sin otro interés que el bien común, a grandes resultados vamos a llegar en el futuro y mucho más temprano que tarde. Los llamo, los convoco, los desafío a que esto sea posible.

Continuamos a full con la capacitación. Hoy la 4ta clase

CATESISMO PERONISTA

¿Qué es una Nación?
Es una Comunidad autónoma, provista de un Estado soberano, que tiene características propias y una misión histórica particular.

¿Qué es la Patria?
Es la tierra de los padres de la Nación; su territorio histórico y su población.

¿Qué es el Pueblo?
Es la sociedad Nacional, vale decir: la población orgánicamente estructurada mediante los vínculos esenciales de toda sociedad humana y atravéz de lazos que nacen de una común tradición histórica.

¿Cómo se mide la grandeza de un Pueblo?
La grandeza de un Pueblo no se mide por su potencial económico y su fuerza numérica, sino por el grado de su cultura y el índice de sus valores espirituales.

¿Es el Pueblo una masa?
No. La masa es un mero conjunto de individuos inorganizados. Un Pueblo se convierte en masa cuando se disocia, perdiendo sus estructuras naturales e históricas.

¿La masificación de un Pueblo es un hecho positivo?
No, porque lo convierte en un rebaño fácil de sojuzgar y explotado.

¿Qué hace en esos casos?
Hay que hacer la REVOLUCIÓN.

¿Qué es la REVOLUCIÓN?
El establecimiento del orden social natural mediante la restauración del estado en sus funciones comunitarias.

¿Cuáles son los instrumentos de la Revolución?
La DOCTRINA y EL MOVIMIENTO.

¿Qué es la Doctrina?
La concepción de la Sociedad en lo estrictamente político del Estado, en función de la cual el gobernante y/o jefe de un Movimiento Revolucionario fija los objetivos a alcanzar.

¿Todas las doctrinas valen?
No. Sólo la auténtica Doctrina responde a las exigencias constantes del orden natural y a las necesidades históricas de determinada Comunidad.

¿Qué es el Justicialismo?
Una doctrina política completamente diferente del liberalismo, capitalismo y del marxismo. Que afirma como valores políticos máximos LA JUSTICIA SOCIAL, LA SOBERANÍA POLÍTICA y LA INDEPENDENCIA ECONÓMICA estableciendo así la TERCERA POSICIÓN ARGENTINA.

¿El Peronismo es un partido político?
No representa una agrupación política. ES UN MOVIMIENTO NACIONAL, esa es su concepción básica. por lo tanto no representa intereses sectarios ni partidarios.

¿Puede cualquier integrante del movimiento establecer la doctrina, la teoría y las formas de realización?
No. Sólo las jerarquías especialmente autorizadas para ello: el Líder del movimiento O LA AUTORIZACIÓN EXPLÍCITA DE SUS AFILIADOS.

¿Qué es el hombre?
El hombre es el valor predominante de la historia, de la vida, del trabajo y de la lucha.

¿Qué es la Unidad Nacional?
El fundamento y el principio más importante de la Revolución Social Justicialista.

¿Qué es ser un verdadero peronista?

El peronista trabaja para el Movimiento entendiendo que hay sólo una doctrina, LA PERONSITA; una sola bandera, LA DE LA PATRIA, y una sola grandeza, LA DE ESA BANDERA Y ESA PATRIA.
Ser franco y abierto, no vergonzante.
Es conocer el panorama del País y estar impulsado hacia los objetivos de la nacionalidad, interesándose por la cosa ´pública como si se tratara de sus propias cosas.
Ser peronista es persuadir de la sinceridad, de la lealtad y de la verdad de nuestra causa, a todos los argentinos.
Ser peronista es no esperar órdenes, ES HACER. Tener un amplio espíritu de iniciativa.