LA DISCRIMINACION Y LA INGENIERIA SOCIAL
Un artículo de Jorge Rachid
La Patria es la América (Simón Bolivar)
La xenofobia y la discriminación son manifestaciones tempranas de proyectos a largo plazo, verdaderos preámbulos de modelos sociales de construcción, que antecedieron los “progroms” del stalinismo, el holocausto del nazismo, la consolidación del sionismo en Israel en su ataque al pueblo Palestino, la división étnica previa a la disgregación de Yugoeslavia y la etapa anti islámica de Bush con cuya excusa invadió Irak, Afganistán y amenazó a Irán.
Alguien podrá decir que la exageración invade el análisis ya que la Argentina es un pueblo, cuya raíz criolla y de los pueblos originarios, fue fundida a las corrientes inmigratorias europeas, africanas y asiáticas, que también fueron perseguidas a su llegada a principios del siglo XX por las familias “decentes” de la Liga Patriótica, que mataban y expulsaban a aquellos que reclamaban sus derechos como seres humanos, llegando a votar la famosa Ley de Residencia, el monumento a la discriminación que avasallaba la dignidad humana. Los perseguidos eran nuestros abuelos, habitantes de conventillos, explotados y expoliados por las mafias que los manejaban, como hoy en las villas miserias que circundan la ciudad y el conurbano.
La mentalidad Country de la discriminación, verdadero hito de la cultura dominante neoliberal, hasta desconoce la historia de nuestro país, donde la actual Bolivia y Perú fueron cuna de nuestros intelectuales y patriotas de la Revolución de Mayo, Chuquisaca, Potosí entre otras forjadoras de las ideas de Castelli, Moteagudo, Moreno en sus aulas y su pasión libertaria en aquella época, llamada liberal por la encendida prédica libertadora. Los delegados del Alto Perú se pueden encontrar en mayoría entre los Congresales de Tucumán en nuestra declaración de la Independencia, Fueron del actual Paraguay y Uruguay desde donde colaboraron para recuperar Buenos Aires de las invasiones inglesas. Fueron todos países de nuestra América profunda quienes se conmovieron y acompañaron la gesta de Malvinas. Sin embargo denostamos a nuestros hermanos Latinoamericanos, acariciando sueños europeístas e imperiales.
Quienes dicen que la inmigración descontrolada genera delito y tráfico, debemos decirles que menos del 2% de los presos en cárceles argentinas son extranjeros, y que la mayoría de ellos son europeos ligados al narcotráfico. Quienes plantean que quitan trabajo a los argentinos ignoran que los trabajos realizados por los inmigrantes de países limítrofes no sólo son los que permitieron aumentar nuestra riqueza, sino que además realizan trabajos como las cosechas manuales, los empleos domésticos y la construcción que no cesan de ser requeridos. Es verdad que muchos de los contratantes desearían que estuviesen, esos inmigrantes por siempre indocumentados, ilegales para evadir derechos laborales y aportes, Hoy están visibilizados y con DNI, evitando el trabajo esclavo y la explotación.
El Mercosur como anticipo del UNASUR, declaró la libre transitabilidad de las fronteras, con igualdad de derechos para todos los habitantes en un avance importante para la unidad de los pueblos, como soñaron San Martín , Bolivar, Artigas y tantos otros patriotas. Quienes defendemos la integración como bien supremo en la construcción de la Patria Grande Latinoamericana lo hacemos desde el convencimiento que no se puede separar un ideal compartido por los pueblos, de enfrentar las dificultades comunes de cualquier crecimiento, evitando la xenofobia y la discriminación. Debatir estos temas de cara a la sociedad nos permitirán comenzar a desmontar la cultura neoliberal que hizo del individualismo de cualquier tipo un paradigma del éxito personal o sectorial, con desprecio por el “otro”, a quienes los griegos denominaban “los bárbaros” por ser extranjeros. Pertenecer al sistema o no pertenecer, es lema del consumismo, la educación privada, la medicina prepaga, la tarjeta de crédito. Todas herramientas de separación social, de desintegración , de diáspora social, fragmentación total de las instituciones y las políticas, en definitiva del canibalismo. El viejo lema cumplido”divide y triunfarás”.
Los acontecimientos de Villa Soldati son una expresión del desprecio por las políticas sociales por parte del gobierno de la Ciudad, que lejos de tomar los problemas y resolverlos, se intenta desplazarlos de responsabilidad, adjudicando a terceros sus propias limitaciones que son centralmente ideológicas. Porque es ideológico, es decir un sistema de ideas basado en la construcción de un modelo social de exclusión con rasgos primitivos de política social prebendaria defectuosa. Que nadie lo atribuya a la falta de capacidad, porque sería pensar que quieren hacer las cosas bien, pero no pueden. No, es simplemente tratar la pobreza como un problema de subsidios, no un problema de dignidad, menos aún como un problema de los Derechos Humanos. Es desprecio desde la idea, que pobres habrá siempre y que la responsabilidad de esta administración es intentar ocultar el problema, taparlo, hacer beneficencia, mostrarse agredido por la realidad, como si la pobreza la sufriesen los sectores de gobierno que hablan de ella. Entre la Villa y el Country es la vida de los funcionarios que se expresan en términos de “ellos” y “nosotros” en la máxima expresión de la discriminación, pese a ser hijos de inmigrantes acogidos con solidaridad en sus tiempos de miseria.
Cada uno de nosotros es el otro, cada dolor es nuestro, compartido no sólo en la muerte o en el lamento tardío de la tragedia ya consumada. La solidaridad no es un hecho intelectual y menos aún para quienes ejercen responsabilidades, que parecen relatar los acontecimientos como testigos de la historia, pese a ser responsables de la misma.
Por último un párrafo para la violencia, para quienes creen que pueden resolver sus problemas o sus responsabilidades a fuerza de represión, tanto de las fuerzas policiales como la llamada justicia por mano propia. El uso de la fuerza está reservado al Estado y debe ejercerlo con la prudencia y responsabilidad de actuar frente a compatriotas, hacia sus hermanos, evitando desbordes, previniendo, llevando paz donde hay alteración. Quienes no entiendan estas premisas deben ser separados de las fuerzas, ya que la democracia y la paz son instancias a fortalecer en acciones cotidianas como parámetros de vida. Los que asuman sus propias reivindicaciones personales o sectoriales con vendettas y violencia que nos hace avergonzar como seres humanos, deberán dar cuenta a la Justicia. La vida es lo máximo que tenemos a ofrendar los seres humanos y no puede ser arrebatada en términos de venganza, persecución racial, ideológica ni religiosa. Esa es una sociedad caníbal. Alguien tratará de comparar estas afirmaciones con el delito cotidiano, nada mas alejado de la realidad. Quienes ejercen violencia social se creen con derechos superiores a otros seres humanos, pretenden ejercer autoridad punible. Todavía recordamos esas imágenes de los muertos de la Semana Trágica, con los chicos bien, armados, persiguiendo inmigrantes obreros, también recordamos el mecanismo de ejecución encapuchados de los negros norteamericanos en manos del Ku Klux Klan, que a todos nos enardecía y emocionaba hasta el llanto de impotencia.
Construir un destino común incluye a los hermanos latinoamericanos, ese destino debe integrar todos los sectores sociales, reinstalar la movilidad social ascendente, abrir nuestras cabezas a las nuevas realidades desalojando concepciones neoliberales, individualistas y xenófobas que nos llevan a la confrontación social y a la disgregación.
Sólo una sociedad solidaria, contenedora e integradora nos hará libres. Libres en nuestras decisiones, en nuestra soberanía nacional impidiendo ataduras externas, condicionamientos y diseños externos de país. Libres en nuestras capacidades y en nuestras oportunidades, generando nuevas condiciones de vida. Aumentará una sociedad solidaria la autoestima y el afecto social disminuido por años de denigración y desvalorización del hombre argentino. Los argentinos fuimos protagonistas de gestas históricas, hoy la defensa de la democracia popular, la justicia social y el bienestar de nuestro pueblo son parte de esa historia a construir en el marco de los nuevos paradigmas de identidad nacional y latinoamericana, que impregnarán la vida de los argentinos las próximas décadas
JORGE RACHID
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